- Francia Notre Dame se muestra por primera vez al mundo, ya restaurada: "El shock de la reapertura será tan fuerte como el del incendio"
- Internacional La Catedral de Notre Dame reabre cinco años después en presencia de Trump y Zelenski entre otros mandatarios: "Nuestros sueños solo son posibles gracias a la voluntad de cada uno y al compromiso de todos"
No se recuerda una cumbre que haya provocado tanta polémica en nuestro país como el gran cónclave diplomático en el que se convirtió el pasado sábado la reapertura de la catedral de Notre Dame en París. La polvareda la suscitó de inmediato la inexplicable ausencia de representación de España en un acontecimiento de tal naturaleza, una potente proyección de los valores democráticos y la cultura occidental anclada en sólidas raíces cristianas. Pero la controversia derivó a continuación en un monumental enjambre institucional, en el que a la acostumbrada guerra de guerrillas que caracteriza a los integrantes del Gobierno de Sánchez -en este caso con navajeo cruzado entre Exteriores y Cultura, en manos de Sumar- se sumó un insólito coscorrón del ministroAlbares al mismísimo Palacio de La Zarzuela que obligó a la Casa del Rey a entonar un inusual mea culpa para que el asunto no siguiera en escalada.
Lo ocurrido es grave porque reflejó a las claras la descoordinación entre algunas de las principales instituciones del Estado. Y, además, las versiones oficiales ofrecidas a rastras por los implicados con el escándalo político ya sobre el tapete, no responden del todo a la realidad de los hechos, por no decir que suponen un intento de tomarnos a los ciudadanos casi por tontos y hacernos tragar con ruedas de molino.
Hechos sabidos. Semanas atrás, desde el Palacio del Elíseo, sede de la Presidencia de la República francesa, se cursaron invitaciones a casi un centenar de países, convidando a sus máximos representantes a sumarse a los actos oficiales por la reapertura de Notre Dametras cinco años de unas faraónicas obras de rehabilitación obligadas por el devastador incendio de 2019. Como es costumbre en estos casos, al tratarse de un acto de Estado de naturaleza ceremonial y no política, desde la Jefatura de Estado gala se dirigieron las invitaciones de un modo preferencial a jefes de Estado de naciones amigas -el canal acostumbrado es a través de las correspondientes embajadas, que algo tienen que ver con Exteriores-. Y, además, como hemos sabido después, desde el Ministerio de Cultura francés se cursaron igualmente invitaciones a titulares del ramo como el español Ernest Urtasun. Desde el servicio de Protocolo del Elíseo también se hicieron llegar algunas invitaciones de carácter personalísimo, como la que recibió el presidente electo de EEUU,Donald Trump, tratado en todo momento con la misma deferencia que se tiene con un jefe de Estado aunque aún no lo sea.
Los Reyes de España, Don Felipe y Doña Letizia, declinaron la invitación "por razones de agenda" y enviaron un telegrama alpresidente Macron a finales de noviembre excusándose. Decisión sorprendente y mal explicada -probablemente fruto de un fallo de valoración del evento por parte de la Casa del Rey-, de la que nos hemos enterado muy a posteriori, con el lío ya montado. Y desde Exteriores se ha llegado a decir -en el colmo del despropósito y la descoordinación entre Moncloa y Zarzuela- que no se enteraron de que Sus Majestades hubieran sido invitados y de que hubieran declinado asistir, prácticamente hasta la víspera del acontecimiento. A Albares no le importó crear una crisis pública con Zarzuela, presumiblemente por el enorme malestar que había en Moncloa desde el sábado, dado que se empezaron a difundir noticias falsas sobre que Sánchez hubiera vetado al Rey en París. Urtasun también rechazó acudir a París por "motivos familiares".
El caso es que, por unos y por otros, España se quedó sin representación. Y desde los canales de la Diplomacia patria y desde el Gobierno se ha insistido en que el Elíseo cursó invitaciones "nominales e intransferibles" a la ceremonia para justificar que si no acudían Don Felipe, Doña Letizia o Urtasun, no podía ir nadie a ocupar sus bancos en Notre Dame.
Y ello nos obliga a concluir que va a ser más cierto que nunca el famoso eslogan deFragaSpain is different. Porque basta que resumamos qué representaciones de otros países acudieron a la capital gala para darnos cuenta de que o el Gobierno nos mete una bola, o estaríamos ante una realidad gravísima, la de que Sánchez habría sido el único mandatario vetado por Macron. Veamos.
Salió al paso el ministro Óscar López tratando de esquivar la polémica, muy graciosillo, diciendo que él no había visto "tampoco tanta representación de jefes de Estado en Notre Dame el otro día". Pues bien, malo es que todo un miembro del Gobierno de España fuera incapaz de identificar a la cuarentena de mandatarios que ocupaban las bancadas de honor frente al altar. Sí es cierto que la práctica totalidad pertenecían a lo que podemos llamar Occidente. Pero sólo de la Unión Europea, de los 27 estados miembro nada menos que 17 estuvieron representados o por sus jefes de Estado o por sus primeros ministros. Si a López y cía les parecen pocos... De los socios más grandes del club comunitario, por peso demográfico, político y económico, sólo España estuvo ausente.
Entre todos los jefes de Estado retratados en Notre Dame, podemos mencionar a los de Alemania, Andorra, Bosnia-Herzegovina, Ucrania, Bulgaria, Congo, Croacia, Polonia, Italia, Estonia, Finlandia, Gabón, Georgia, Grecia, Guinea-Bissau, Hungría o Lituania -nos dejamos otro puñadito para no hacerlo muy pesado-. La mayoría acompañados de sus cónyuges. Hubo algún caso como el todavía presidente de EEUU, Joe Biden, que se hizo representar por su mujer, Jill, junto a su hija.
Otros países, como hemos dicho, no enviaron -por toda clase de razones- a sus jefes de Estado y, sin embargo -que se enteren bien en Moncloa-, estuvieron representados por sus jefes de Gobierno. Fue el caso de naciones como Albania, Armenia, Antigua y Barbuda, Austria, El Salvador, Países Bajos, Perú, Serbia, Eslovenia o Suecia. De nuevo con sus cónyuges -lo que se perdió Begoña...-.
Es decir, que si de tantos países pudieron ir sus primeros ministros y el Gobierno español insiste en que de aquí o iban los Reyes o nadie, está diciendo que Macron no quería ver a Pedro Sánchez ni en pintura. Raro, ¿no? Y grave, vamos, gravísimo.
Hubo algún caso como Italia que incluso envío a ambas figuras, ya que acudieron a Notre Dame tanto el presidente de la República, Sergio Mattarella, como la presidenta del Consejo de Ministros, Giorgia Meloni.
Pero demos un paso más, y miremos ahora al Palacio de La Zarzuela. Es evidente a estas alturas que fue una metedura de pata declinar la invitación. Pero tampoco casa con la realidad que las invitaciones a los Reyes fueran personales e intransferibles. Porque, ¿Qué hicieron otras Casas Reales invitadas?
Titulares, hubo tres: los reyes de Bélgica, los grandes duques de Luxemburgo y el príncipe Alberto de Mónaco.Pero en otros casos los soberanos delegaron en quienes consideraron. Así, el rey británico, Carlos III, fue representado por su heredero, el príncipe Guillermo. El rey de Marruecos, Mohamed VI, quien tiene una salud más que preocupante y no asiste a casi ningún sitio, ni estuvo en la catedral ni envió a su hijo, el príncipe heredero, sino que se hizo representar por su hermano, el príncipe Moulay Rachid. Tampoco desde Liechtenstein acudieron ni el soberano Hans Adam II ni su primogénito, el regente Alois; quien representó a la dinastía del diminuto principado fue un hermano del primero, el príncipe Felipe, con su esposa Isabel.
Esto nos indica, hablando en plata, que si los Reyes Felipe y Letizia no podían acudir a Francia, perfectamente podían haber enviado a otro miembro de la Casa, desde la Princesa Leonor -ojalá- a laReina Sofía, con lo que España habría estado más que dignamente representada.
Desde otras Monarquías como Países Bajos o Suecia acudieron sus primeros ministros.Noruega y Dinamarca, como nosotros, no enviaron a nadie.
Lo ocurrido ha sacado a la superficie muchos de los problemas de la falta de cooperación leal entre el Gobierno y la Casa del Rey, pero también lo muy desfasada que se ha quedado la política de comunicación de Zarzuela, así como fallos alarmantes en Exteriores. Pero que nos dejen de intentar contentar unos y otros dándonosla con queso -aunque sea de alguna variedad francesa-.